La fotografía como afición y otras artes visuales

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Recomendaciones semanales - especial visita PHotoEspaña 2017 (22 de julio de 2017)

Esta semana voy a dejar en reserva para el domingo que viene los enlaces que tengo guardados con recomendaciones fotográficas de todo tipo, y pasaré a contaros la visita que hicimos ayer 22 de julio de 2017 a algunas de las más destacadas exposiciones del festival PHotoEspaña 2017, que marca el 20º de este festival fotográfico en el calendario de actividades culturales principales en nuestro país.

Organizado el viaje desde la Asociación de Fotógrafos de Zaragoza (AFZ), el grupito que nos reunimos para hacer el viaje no fue numeroso, seis personas, pero sí interesante e interesados por la fotografía. Como no ando con mucho tiempo, iré rápido. Además, algunas de las cosas que vimos ya las he ido comentando en semanas anteriores. A al menos las he mencionado.

Tras un pequeño madrugón para coger el AVE de las siete de la mañana a Madrid, cercanías a la puerta del Sol, y poco después de las nueve de la mañana tomando el café/chocolate/té en la calle de San Bernardo mientras hacíamos tiempo a que abrieran las exposiciones a las diez.

Pinchazo en la Real Academia de San Fernando, en la calle de Alcalá, que ya había clausurado su exposición, pero de inmediato nos plantamos en el Espacio Fundación Telefónica, calle Fuencarral casi esquina con la Gran Vía, para ver la exposición que conmemora los 100 años de Leica. El aniversario ya pasó hace un tiempo, pero la exposición sigue recorriendo el mundo y ha llegado a nuestro país. Aunque esperaba ver un montaje a mayor grandeza de la legendaria marca, la verdad es que los responsables de la misma se han contenido a la hora del bombo y platillo, y nos ofrecen un recorrido por la historia de la fotografía en el siglo XX, con sus principales momentos y géneros, que tiene mucho de didáctico. Aparte de que está llena de obras maestras, algunas conocidas y otras no tanto. Fotógrafos con mucho nombre y otros con menos, pero que pocos desmerecen la excelencia colgada de las paredes de la sala de exposiciones. Nos gustó bastante.

Un poco más hacia abajo en dirección a Cibeles, paramos en la sala de exposiciones de Loewe, también en Gran Vía, donde empezamos a notar la mano de Alberto García-Alix, invitado por la organización a marcar las directrices principales del programa oficial de este año. Y así, en la pequeña pero apañada sala de exposiciones de la conocida marca de moda recorremos la obra del norteamericano Minor White, un fotógrafo muy elegante, cultivador de una estética muy cuidada, que es capaz de encontrar en los lugares u objetos más anodinos, a los que dota de significados diversos. Siempre digo que es un fotógrafo del que tengo que conocer más, porque cuando veo obra suya me gusta realmente, pero no he visto la suficiente.

Llegados ya al Círculo de Bellas Artes, en la calle Alcalá, una de las sedes principales del festival, encontramos abierta dos de las tres exposiciones programadas. La tercera está cerrada por un "problema técnico".

"Loaded Shine" de Paulo Nozolino es la primera que visitamos. El portugués presenta una serie de 20 fotografías en gran tamaño a partir de negativos de 35 mm, en la que un juego de luces sutiles, de origen artificial las más de las veces, del flash de su cámara, juega con sombras profundas para representar ideas o conceptos que surgen entre la fuerte estructura de los granos de plata que surgen de la fuerte ampliación de estos negativos. Para verla muy despacio, quizá.

Uno de los platos fuertes del festival es la segunda de las exposiciones que visitamos en el CBA, ese "Corpus" del francés Antoine d'Agata, que recorre tres décadas de su experiencia como persona y fotógrafo, a través del sexo y el consumo de sustancias psicoactivas. Una exposición explícita, dura, a veces repetitiva, que quizá se pueda atragantar a quien la intente digerir de una vez, aunque también valiente y osada. No apta en cualquier caso para personas de mente cerrada. Ya advierten en la entrada que la naturaleza explícita de las fotografías y los vídeos de la exposición pueden "herir la sensibilidad del espectador".

Momentánea visita a la terraza del CBA, donde no reinaba la paz que había experimentado en otras visitas. Unos chiringuitos veraniegos y una música con excesivos decibelios no ayuda a disfrutar del lugar, por lo menos para mí. Así que nos dirigimos a la Casa de América, en la esquina de Cibeles con Recoletos, donde nos llevamos la decepción de que han adelantado el cierre de las exposiciones allí programadas. No obstante, encontramos que su terraza-restaurante es un buen lugar para comer. En el interior se está fresquito y tranquilo. Y además llega el momento del día. Además de nosotros seis y el camarero sólo llegan otras dos personas, otras dos comensales, una de ellas una de las mejores actrices que han circulada por las pantallas grandes y pequeñas y por los escenarios de nuestro país. Se trata de Charo López, con quien sucede uno de los momentos simpáticos del día. Son muchos los papeles inolvidables que nos ofreció en su carrera, pero por algún motivo a mí siempre me viene a la memoria esa tía María de Secretos del corazón, llena de humanidad y de amor.

Se hace duro hacer la digestión con el calor del verano madrileño, menos riguroso de lo que esperábamos afortunadamente, pero nos dirigimos a continuación al Centro Cultural de la Villa, en la plaza de Colón. Tres exposiciones nos esperan.

La más amplia y conocida es el amplio trabajo de Cristina García Rodero sobre Lalibela, lugar donde se congregan comunidades cristianas etíopes desde la edad media, y que ha registrado con su cámara en distintos momentos desde el año 2000 hasta la fecha. García Rodero ha dedicado buena parte de su carrera a documentar las tradiciones vinculadas a las creencias, sean supersticiones, tradiciones populares o religiones diversas, y las relaciones de la gente con la muerte, por lo que este trabajo se enmarca perfectamente en el cuerpo principal del trabajo de la fotógrafa española de la agencia Magnum Photos. Grandes fotos de factura muy cuidada, de composiciones primorosas, con una blanco y negro lujoso, con cuidadas escalas de grises y fina atención a las texturas fuesen de las piedras, de las telas o de la piel de los fieles y monjes.

En una de las salas, el trabajo "Carbono" de Gil Antonio Munuera, abstracciones con técnicas fotográficas sobre material de carbono, que pretenden que reflexionemos sobre nuestras interacciones con la materia y la naturaleza, con la luz y con la oscuridad.

La otra amplia exposición es "Pensar en futuro, nuevos relatos fotográficos", selección de fotografías de diversos autores procedentes de visionados de porfolios relacionados con la capital de Senegal. Obras muy diversas, en general comprometidas socialmente, que a ratos nos atraen y nos gustan más, y otras menos, pero dentro de una buena calidad general.

Tras un paso por la Biblioteca Nacional de España, donde se ponen a disposición del público para su consulta una colección de los últimos trabajos editados en materia de libros de fotografía, nos trasladamos a Cibeles, a Centro Centro, donde encontramos dos exposiciones.

Una es uno de los platos fuertes del festival, el "Café Lehmitz" del sueco Anders Petersen. Una obra ya clásica de documentación de la "parroquia" que frecuentaba el café de este nombre a final de los años sesenta en el barrio de Sankt-Pauli de Hamburgo. Siempre asociado con el entorno de la prostitución y los estratos más marginales de la ciudad hanseática, genera una fauna humana a la que Petersen dota de rostros y de emociones. Realmente, un trabajo notable.

También encontramos el trabajo de la mejicana Teresa Margolles, "Pistas de baile". Es una crítica a la operación de arrasado por la piqueta del centro de Ciudad Juárez, operación por la cual se quiere adecentar la cara de la ciudad, pero sin resolver los problemas de sus gentes. Distintos miembros de la comunidad trans de la ciudad, posan sobre las baldosas que quedan en los solares donde se encontraban las cantinas y las salas de baile de la ciudad.

Finalmente, nos dirigimos a la última escala del día antes de dirigirnos a la estación a coger nuestro tren de regreso a Zaragoza. Es el Jardín Botánico, donde tradicionalmente se muestran un par de exposiciones del festival y se suele instalar la librería o la tienda de recuerdos del mismo.

Por un lado, visitamos la exposición dedicada a Elliott Erwitt y las fotografías de sus dos viajes a Cuba. Las del primero, con mucha más enjundia, en 1964, metiéndose y fotografiando en el entorno próximo de los líderes de la revolución, retratando en diversas ocasiones a Fidel Castro y Ernesto Guevara, en un momento en el que las relaciones entre el país caribeño y EE.UU. ya estaban seriamente deterioradas. Las del segundo, invitado en 2015 por una conocida marca de licores cubana, más anecdótica.

Por otro lado, Peter Fraser analiza la relación del mundo con las matemática, adhiriéndose a la tesis de la naturaleza intrínsecamente matemática del universo. A la que yo no me adhiero. Las matemáticas modelizan el universo desde mi punto de mi vista, pero no necesariamente lo rigen. En cualquier caso, vistosas fotografías en color de gran formato, en el que cabe pararse detenerse a reflexionar sobre los aspectos matemáticos, las más de las veces geométricos, que inspiran al autor.

Queda un tiempo para visitar la tienda y comprar un par de libros de los que hablaré otro día y salir paseando del jardín botánico con tiempo para llegar sin agobios a coger el tren en Puerta de Atocha.

Lo mejor de todo es que es la primera vez en que visito las exposiciones de PHotoEspaña con un grupo de aficionados a la fotografía como yo. Normalmente lo he hecho por mi cuenta o acompañado de alguna de mis amistades en la capital. Que también está muy bien. Pero esta ocasión creo que ha sido más enriquecedora por la capacidad de dialogar y comentar sobre la marcha, por la posibilidad de que la visión de los otros nos hiciera descubrir aspectos de las obras que a lo mejor se nos hubieran escapado. Espero que podamos repetir en años venideros.

Recomendaciones semanales - del 9 al 16 de julio de 2017

Se nota que estamos ya en pleno verano. Las noticias y novedades fotográficas en la red se vuelven más leves, menos frecuentes, más repetitivas. La gente tira de "fondo de armario" para rellenar sus páginas, incluso a pesar de que es época de festivales fotográficos en muchos lugares del mundo, especialmente Europa. El caso es que no sé si esto es así o no, o si es una mera excusa para decir que he llegado a este domingo con un reducido número de artículos seleccionados para las recomendaciones de cada semana.

Eso sí, tengo fotos propias. Se hace dos semanas salíamos en grupo a visitar las exposiciones de PhotoEspaña en Zaragoza, ya he revelado los dos carretes que hice con la Hasselblad 503CX armada del Carl Zeiss Distagon 50/4 T*. Uno de ellos con película de baja sensibilidad, para las tomas en exteriores, Ilford FP4 Plus en Rodinal 1:100, revelado desatendido a 20 ºC. Otro de ellos, para interiores, Ilford HP5 Plus a IE 3200 en Rodinal 1:25, revelado durante 18 minutos a 21 ºC. Definitivamente, el revelado desatendido es mucho más interesante para controlar el contraste con películas de baja o media sensibilidad, que como revelado "del vago" o para forzar película. Sin embargo, el uso de Rodinal en su forma habitual más concentrada y con una buena agitación ha funcionado muy bien para forzar la HP5 Plus. Cada vez tengo más claro el comportamiento a seguir.

Surrealismo, surrealista,... un sustantivo y su adjetivo derivado que son sometidos a abuso semántico constantemente. Con frecuencia aplicados a situaciones u obras que simplemente son absurdas, o raras, o meros caldos de cabeza, pajas mentales, sin embargo ha tenido un ideario y unas guías muy claras desde los tiempos del Manifiesto del surrealismo de Breton. Aunque viene influido por su antecesor el dadaísmo, de ahí su asociación con lo absurdo y lo contracultural, el surrealismo es un movimiento mucho más político y comprometido, con influencias del marxismo y el psicoanálisis freudiano. Dos teorías por las que no siento especial atracción o simpatía en estos momentos, ambas creo que estaban o están equivocadas en cuestiones importantes, pero que ayudan, especialmente el segundo, a que el artista surrealista se mueva con comodidad en el mundo de los símbolos y sus significados. El problema puede venir de si el receptor del mensaje comparte el código que le permita descifrar el mensaje del artista surrealista o no. En cualquier caso, siempre me ha atraído, especialmente cuando se aplica a la fotografía. En Yorokubu, esta semana nos han hablado de cómo ser un creativo surrealista. El regreso de Twin Peaks a la televisión ha provocado un renovado interés por el surrealismo; no se puede dudar de la adscripción a este movimiento, a su manera, de David Lynch. En su artículo, la gente de Yorokubu no entra a profundizar en qué es el surrealismo, pero sí que hacen un buen repaso de las técnicas utilizadas por los surrealistas. En todo tipo de medios de expresión artística. Y creo que es muy interesante.

El viaje y la carretera son dos elementos muy importante en la fotografía norteamericana. E incluso en fotógrafos de todo el mundo que han sentido la necesidad de recorrer las interminables rutas de Estados Unidos en viajes de descubrimiento. No es de extrañar dada la inmensidad continental del país, con diversidad de paisajes naturales y humanos. No hace mucho hablábamos algo de cómo Inge Morath reflejó uno de sus viajes en compañía de Cartier-Bresson. Otro europeo, alemán en este caso, Thomas Hoepker, también salió a la carretera, influenciado por Robert Frank, suizo, y se hizo el recorrido de costa a costa. En Magnum Photos no están mostrando estos viajes fotográficos, y no dudaré en irlos reflejando en estas páginas, porque son realmente impresionantes.

Si todo va bien y nada lo impide, el sábado que viene me voy en viaje en grupo a visitar exposiciones a PhotoEspaña en Madrid. No sé si nos dará tiempo a visitarla, espero que sí puesto que se encuentra en un lugar céntrico y por el que vamos a pasar con casi total seguridad, pero una de las exposiciones que más están interesando es Café Lehmitz del sueco Anders Petersen, como nos informan en Albedo Media. Dedicada a los marginados de la sociedad de Sankt Pauli, barrio "del pecado" en Hamburgo, nos sumergen en un mundo sórdido, pero no por ello menos humano. Y todo con la coherencia y el sello que imprime la clásica Kodak Tri-X.

Blank Paper es una escuela de fotografía. También es un colectivo de fotógrafos, formado en estos momentos por Julián BarónRicardo CasesAlejandro MaroteÓscar MonzónMario ReyFosi Vegue y Antonio Xoubanova. Como colectivo se conformaron en 2003... y desde entonces se han considerado como una parte importante de la nueva generación de fotógrafos emergentes en España. Casi 15 de ser "emergente"... No sé si no deberíamos revisar los conceptos o la semántica del léxico español. Ya en 2014 fueron objeto de atención del British Journal of Photography en aquel número veraniego dedicado a la "Spanish Armada", calificándolos de vanguardia en el mundo de la fotografía, bajo el grito que sacudió a las islas Británicas hace algo más de cuatro siglos, "The Spanish are Coming!".

En cualquier caso, en Yorokubu han decidido que ya no son "emergentes", que ya están ahí para tomar el relevo de los de siempre. Y por si quedaba laguna duda, ahí están en Arles, en exposición pública de sus méritos.

En estos momentos son muchos que hablan de que los teléfonos móviles han llegado para desbancar a las cámaras fotográficas tradicionales como herramientas para hacer fotografía. Nos olvidamos que lo que llevan esos teléfonos es... una cámara fotográfica. Limitada. Útil, pero limitada. Pero puestos ya, porqué conformarse con un teléfono móvil si podemos usar el coche como herramienta de creación fotográfica. Por qué no. Durante mi último viaje por las islas Lofoten, el "coche fúnebre" que nos pusieron en la agencia de alquiler de vehículos llevaba una cámara posterior que facilitaba las maniobras de marcha atrás. Y aunque se le podía achacar poco contraste y escasa resistencia a la intromisión del sol en el encuadre, no se veía mal. En Creative Boom nos hablan del experimento de Barbara Davidson que ha realizado una de sus últimas series a partir de las cámaras a bordo de un coche sueco. Y no están mal... Pero una vez más te quedas con la misma sensación... La calidad de las fotos ¿no dependerá más de la inteligencia del fotógrafo y su capacidad de entender la herramienta que maneja que de la herramienta en sí misma? Va a ser que sí.

Por otro lado, la iniciativa tiene no poco de maniobra publicitaria para la marca de coches sueca. Motivo por el que no la menciono aquí.